Comentario: Metallica en Chile

Dentro de lo que terminó por llamarse ˝el súper martes˝, el concierto de Metallica tenía un sabor especial. Más allá de los desmanes, los colados y los prejuicios en torno al Club Hípico como escenario del evento, la garantía de un montaje espectacular y un show arrollador motivó a rockeros de todas las edades y condiciones. Había altas expectativas y la idea de una jornada única, quizás irrepetible.
Todo estaba dado para una gran noche y fue así. Metallica en el escenario desató el delirio con concierto macizo, una cachetada, una verdadera cátedra de rock duro. Eso más allá de sus últimas dos producciones, que sin duda no se comparan a su repertorio más clásico y exitoso. Pero ahí estaba la banda y cerca de 50 mil delirantes espectadores que, al margen de toda escaramuza en las afueras del recinto, disfrutaron de un repertorio de lujo, lleno de clásicos y fueron testigos de cómo se puede hacer buen heavy metal y derrochar virtuosismo en lo instrumental.
Una producción impecable que reivindicó el sonido en el recinto hípico y presentó un generoso escenario para aprovechar los recursos técnicos a disposición como las pantallas gigantes. Postales de la velada serán los padres rockeros junto a sus hijos, todos de poleras negras, agitando sus cabezas y alzando las manos. Familias completas intoxicadas de rock y el encuentro de varias generaciones en torno a la música. Un espectáculo de marca mayor, que elevó la temperatura en una noche de verano ardiente donde el rock tuvo su propia fiesta con el entorno y marco de público que se merece.

Por Rodrigo Garrido